Bueno. En la edición de éste mes, trataré un tema que tiene una amplia vigencia en nuestra sociedad chilena.
Siete de cada diez chilenos reconoce consumir alcohol de forma ocasional (a lo menos), así que del tema del alcohol, nadie puede decir que no le afecta de alguna manera recóndita en su vida, a no ser que viva en el país Canuto, (aunque, con toda sinceridad, creo que debe de haber varios “hermanitos” buenos para el vinito).
Para ser sincero con todos ustedes, el tema se me ocurrió luego de vivir una experiencia poco agradable para muchos: vomitar producto de beber en exceso una poderosa mezcla de ron con vodka. Pero esto no se queda en el hecho biológico de vomitar, es una experiencia con ribetes épicos, éste hecho es digno de ser comparado con antiguas proezas dignas de ser leyendas (a menos que sea visto de una forma muy superflua y bajo el punto de vista común, sesgado por la crianza católica y por sus viejos valores ya obsoletos que aún actúan en el subconsciente colectivo).
Pero éste gozar del todo no implica un ser suicida, ya que si vivimos más, más podremos gozar; por lo cual si manejas, no bebas y si te hallas en un lugar con personas poco confiables no te borres, porque éste vivir la vida no se trata de ser un kamikaze estúpido, sino de apreciar las condiciones y racionalizarlas, y si es que se puede toma hasta donde se te de puntada.